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Exposiciones de fotografía de moda para un veraneante imaginario

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Ricardo Martín, Concurso de bañadores en La Perla, 1932. Exposición San Sebastián. Escena de moda, Kubo Kutxa de San Sebastián

A pesar de que la fotografía de moda se consolidó como un género comercial con fin publicitario, en su evolución a lo largo de los siglos XX y XXI se fue convirtiendo en una disciplina autónoma cuya manifiesta naturaleza artística dejaba de ponerse en cuestión. De hecho, esta disciplina hunde sus raíces en la historia del arte occidental, de la que toma sus códigos y patrones estéticos. Las actrices y bailarinas de la Inglaterra victoriana posaban ante los fotógrafos como lo habrían hecho ante los grandes retratistas, décadas atrás. Como señalaba Guillermo Solana en el catálogo de la exposición Mario Testino. Todo o nada del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, la pintura cortesana de los siglos XVI a XIX ha sido la fuente de inspiración de muchos de los más grandes fotógrafos de moda de todos los tiempos. Así, la puesta en escena, los decorados, las actitudes de los modelos, en definitiva, la teatralidad, de retratos de pintores como Diego Velázquez, Anton van Dyck, Hyacinthe Rigaud, François Boucher, James McNeill Whistler o John Singer Sargent, han sido recreados por fotógrafos como Cecil Beaton o el citado Mario Testino. La fotografía de moda es mucho más que elegancia y belleza, tiene siempre como marco un trasfondo social en el que asienta sus valores estéticos. Es, sobre todo, un equilibrio entre fantasía y exigencia comercial, donde cultura de consumo y belleza se dan la mano para crear un producto cultural que refleja la cultura contemporánea, los cambios estilísticos y sociales de cada momento; e, incluso, el reverso de esa cultura de consumo (como manifiestan las fotografías del suizo Daniele Buetti, que señalan la violencia ejercida por la publicidad de moda, tal como apunta Sonia Capilla en La vestimenta. Una historia entre modas y disidencias).  

Este verano, varias instituciones en territorio nacional y europeo parecen haber coincidido en dedicar parte de sus espacios a esta disciplina, que da pie a fantasear con un recorrido temático al que los veraneantes podrían entregarse en este comienzo de agosto.

S. t. , 1966. Cour Carrée, Musée du Louvre, París. Col·lecció privada © Miralda, VEGAP, Barcelona, 2023

Ya terminada la muestra de Joana Biarnés en la Sala Canal de Isabel II de Madrid, empezamos el viaje dentro de nuestras fronteras con la muestra que la Virreina Centre de la Imatge de Barcelona dedica al trabajo del artista catalán Antoni Miralda (1942). Más conocido por su obra en torno a las prácticas culinarias y al arte de acción, en sus comienzos en París (donde llegó a principios de los sesenta) trabajó como fotógrafo para la revista ELLE. Como ya vimos en 2022 en Do Not Cross. Fotografías inéditas 70´s/80´s en la galería Moisés Pérez de Albéniz, el pluridisciplinar trabajo de Miralda también incluye obra fotográfica y, entre otros géneros, el de la fotografía de moda. Comisariada por el escritor, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y comisario Valentín Roma, Miralda y ELLE saca a la luz una selección de colaboraciones regulares que, de 1964 a 1971, hizo para la revista francesa (la cual publicaba, en ese momento, a grandísimos como Guy Bourdin, Helmut Newton o David Bailey).

Hay ciertas características de las fotografías de moda del joven Miralda (contaba con poco más de veinte años) que, además de conectar con características comunes con el resto de su obra, proponen novedades con respecto a la tradición de la disciplina. Por ejemplo, la importancia del espacio público, trasladado a barrios parisinos populares y no tan glamourosos como suelen verse en la mayoría de editoriales de moda. Las modelos ya no posan en los estudios, sino que vagabundean como flâneuses modernas y toman agencia de su cuerpo, que es más que un objeto para lucir los modelos de las marcas de alta costura. También, Miralda se concentra en aspectos de la alta costura que inciden en su mirada artística, como el cromatismo, la serialidad de las piezas o las analogías formales con el paisaje, con el entorno, que disminuyen la exclusividad de estas piezas únicas confeccionadas a medida; se trata de características en común con la cultura de consumo, en la que se insertan tanto la fotografía de moda que cultiva aquí como el resto de su trabajo.

La moda es un espectáculo y un ritual social, donde ser y ser visto constituye el germen del proceso de construcción y expresión de la identidad moderna

Pascual Marín, Jugador de golf en el campo de Lasarte, 1931. Foto Marín

Subiendo hacia el norte, en la sala Kubo Kutxa de San Sebastián se celebra el 50 aniversario de Fototeka de Kutxa Fundazioa con la muestra San Sebastián. Escena de moda, muestra comisariada por Miren Arzalluz Loroño, directora del Palais Galliera. Musée de la Mode de París. Arzalluz parte de la investigación llevada a cabo en su tesis doctoral, Moda, ocio y performatividad en la Côte Basque (1854-1939), para fundamentar el discurso sobre el que se sustenta esta exposición. Sin embargo, la comisaria insiste en la importancia del papel de la imagen. Para ello, una profunda investigación visual ha sido llevada a cabo, con el objetivo de seleccionar poco más de 100 fotografías de Ricardo Martín y Pascual Marín, procedentes de los fondos más importantes que nutren la Kutxa Fundazioa (los archivos de los comercios donostiarras Photo Carte y Foto Marín); además, se han incluido varios vídeos de la época prestados por la Filmoteca Vasca. En conjunto, estas imágenes dan una idea del papel que tomó la moda, entre 1915 y 1935, en la construcción de la imagen de San Sebastián como centro turístico y de ocio de referencia para la clase alta internacional. Como señala la comisaria en un vídeo explicativo al final de la muestra, San Sebastián, igual que Biarritz, fue un laboratorio, un centro internacional de moda al mismo nivel que París, que además supuso una alternativa a la capital francesa, absorbida por otras preocupaciones en torno a la Primera Guerra Mundial. La muestra da cuenta del papel representado por la moda como fenómeno inaugurador de la modernidad, como espectáculo y ritual social, donde ser y ser visto constituía el germen del proceso de construcción y expresión de la identidad moderna.

La exposición está organizada en colaboración con el San Telmo Museoa, donde se expone Clima ideal. Carteles de verano, una muestra dedicada a carteles publicitarios que explotaron el potencial de San Sebastián y Gipuzkoa como centros turísticos. Además, completa la programación un recorrido por la historia de los comercios de moda y perfumería de principios del siglo XX, a través de la recreación de escaparates de moda de la época en ocho establecimientos de San Sebastián que continúan en activo.

Ya pasando los Pirineos, el Jeu de Paume de París expone Frank Horvat. Paris, le monde, la mode, la más grande retrospectiva dedicada a este fotorreportero y fotógrafo de moda italiano de origen centroeuropeo, que se concentra en su trabajo del período 1950-1965. La muestra ya fue expuesta en el Château de Tours en primavera de 2022, aunque para esta ocasión ha sido enriquecida con más material. Tras una primera etapa en la que Frank Horvat (1928-2020) trabaja como fotorreportero para revistas como Paris-Match, Picture Post o Life, y publica reportajes sobre los espectáculos nocturnos parisinos, la toma de imágenes callejeras, junto con la mediación de William Klein (quien descubre sus fotografías en la revista Camera), le conducen al universo de la moda. En un total de 170 fotografías y 70 documentos de archivo asistimos al desarrollo de fenómenos como el prêt-à-porter y el papel destacado de la mujer en la sociedad.

Frank Horvat, Place de la Concorde, Paris, pour Jardin des Modes, 1958. © Studio Frank Horvat, Boulogne-Billancourt

La conexión con la historia del arte evocada más arriba se hace patente, de nuevo, en la exposición que el espacio Armani/Silos de Milán dedica al fotógrafo francés Guy Bourdin (1928-1991). Guy Bourdin: Storyteller es una de las exposiciones con las que el modisto italiano Giorgio Armani quiere hacer de su espacio Armani/Silos un centro de referencia de fotografía contemporánea. La muestra se sumerge en la capacidad narrativa del parisino Bourdin, quien se formó y comenzó a trabajar como pintor, y que sólo en los años cincuenta se introdujo, de forma autodidacta, en la fotografía. Esta habilidad expresiva refleja referencias artísticas de las que beben sus imágenes: la fotografía surrealista de Man Ray (con quien mantuvo una larga amistad), la pintura de Edward Hopper (a quien admiraba profundamente) o el cine policiaco de Alfred Hitchcock (que le fascinaba). Como resultado, fotografías de shootings y campañas de publicidad (publicadas en revistas como Harper´s Bazaar o Vogue, la cual le descubrió a principios de los cincuenta) que dan más peso a la naturaleza artística de la imagen que al producto. Una selección de 100 fotografías, la mayoría en color (con sus característicos rosas, rojos, amarillos y azules altamente saturados), y una veintena en blanco y negro, dan muestra de sus cuidadas composiciones, puestas en escena para apelar a la imaginación del espectador y que fácilmente podrían constituir fotogramas de películas: siempre sugerentes, a veces siniestros y, en muchas ocasiones, con alto nivel erótico.

Montaje de Guy Bourdin: Storyteller, Armani/Silos

Para finalizar este recorrido por las exposiciones de fotografía de moda que un viajero imaginario podría hacer en su veraneo por Europa, terminamos con una exposición que, aunque no estrictamente dedicada a la moda, tiene una fuerte vinculación con esta. Yevonde. Life and Colour en la National Portrait Gallery de Londres, recorre la obra de Madame Yevonde (1893-1975), fotógrafa inglesa conocida por sus imaginativos y glamourosos retratos en color de personajes de la sociedad británica de los años treinta. La experimentación que llevó a cabo a principios de la década con la técnica del nuevo proceso de color Vivex, comercializada por Color Photographs Ltd. en Willesden, al noroeste de Londres (técnica llevada a cabo a partir de tres negativos de placa de vidrio de separación tricolor, expuestos a través de filtros para imprimir en color amarillo, rojo y azul que, superpuestos, daban como resultado una imagen polícroma), elevó la categoría de la fotografía en color; hasta entonces, esta práctica había sido impopular y considerada como un medio ni serio ni sofisticado, una mera representación (acostumbrados como estaban tanto fotógrafos como público al blanco y negro).

Madame Yevonde, Lady Bridget Poulett as Arethusa, serie Goddesses, 1935

Madame Yevonde aprovechó los códigos visuales comerciales (de revistas femeninas para las que trabajó, como Eve´s Journal, Woman and Beauty y Modern Home, y de marcas de cosméticos para las que realizó campañas publicitarias) para llevar la práctica de la fotografía de color a su extremo más fantasioso. La serie Goddesses, de retratos de mujeres vestidas como diosas en atmósferas surrealistas, es una de sus más conocidas. La National Portrait Gallery de Londres muestra una gran selección de imágenes a partir de la adquisición en 2021 de una gran parte del archivo de la fotógrafa, y aprovecha el proyecto Reframing Narratives: Women in Portraiture (que destaca la obra de mujeres artistas de la colección del museo) para reivindicar el trabajo de esta fotógrafa.

(Miralda y ELLE, Virreina Centre de la Imatge, Barcelona. Del 22 de junio al 1 de octubre de 2023)

(San Sebastián. Escena de moda, Kubo Kutxa, San Sebastián. Del 22 de junio al 15 de octubre de 2023)

(Frank Horvat. Paris, le monde, la mode, Jeu de Paume, París. Del 16 de junio al 17 de septiembre de 2023)

(Guy Bourdin: Storyteller, espacio Armani/Silos, Milán. Del 24 de febrero al 31 de agosto de 2023)

(Yevonde. Life and Colour, National Portrait Gallery, Londres. Del 22 de junio al 15 de octubre de 2023)