Treinta pinturas y sesenta dibujos de Julie Mehretu, artista nacida en Addis Abeba, Etiopía, en 1970 pero afincada en Nueva York, se instalan en el Centro Botín hasta el 25 de febrero. Historia universal de todo y nada es la muestra comisariada por Vicente Todolí, presidente de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín y Suzanne Cotter, directora de la Fundación Serralbes-Museo de Arte Contemporáneo de Oporto.
La primera vez que se pudieron ver las obras de Mehretu en España fue de la mano del MUSAC (León), que dedicó una muestra a la artista en 2006. Más de una década más tarde, el Centro Botín recoge el testimonio en una exposición que, como índica Todolí “empieza en el presente y hace un flashback de 10 años…siendo la primera vez que se exponen los dibujos que Mehretu lleva pintando desde 1995, obras que no son bocetos ni prácticas para la pintura, sino que realmente son trabajos paralelos que muestran mundos diferentes”.
A pesar del sustrato político presente en la obra de Julie Mehretu, la apariencia de sus pinturas se acercan notablemente a la abstracción
La experiencia vital de la propia artista está presente en la obra. Mehretu, de padre etíope y madre estadounidense, tuvo que abandonar Etiopía en 1977 debido a la revolución fallida que tuvo lugar y que provocó la necesidad de huir a muchas familias en busca de una libertad que su país no les proporcionaba. Este capítulo de su propia historia consigue que la artista tenga un importante compromiso social y político con aquello que sucede a su alrededor. Muestra de ello es el giro que da su pintura, de la luz a la oscuridad, a partir de 2011 debido, de nuevo, a la revolución fallida que supuso la Primavera Árabe y a los conflictos en Afganistán o Siria. Es a partir de este momento, cuando Mehretu deja atrás las arquitecturas e incluye nuevas formas en sus pinturas como fragmentos de cuerpos o recortes de fotografías de prensa que son testimonio del horror y que se muestran prácticamente imperceptibles en sus pinturas. En palabras de la propia artista: “Mi pintura evoluciona hacia la oscuridad debido a los movimientos sociales de los años 2011 y 2013 así como las revueltas de países como Estados Unidos, México, Brasil y el norte de África”. Este compromiso no mengua en su obra más reciente, la pintura Conjured parts (Dresden) (2017) hace referencia a una manifestación nazi que tuvo lugar en Dresden en 2015. En relación con el racismo, la artista reflexiona: “el auge del racismo en Estados Unidos y Europa es muy complejo. Yo he tenido que inventar un nuevo lenguaje para navegar dentro de esta situación tan convulsa, y poder contarlo”.
A pesar del sustrato político presente en la obra de Julie Mehretu, la apariencia de sus pinturas se acercan notablemente a la abstracción. Líneas geométricas, dibujos arquitectónicos y proyecciones urbanas con capas de color junto a otros elementos más gestuales como pinceladas o formas caligráficas dominan sus pinturas de gran formato. Se trata de un juego complejo entre la precisión y el caos en el que las formas interactúan en el lienzo tomando a veces forma de torbellino, de corrientes o de piezas que estallan en el aire, como resultado de una explosión, de un colapso que trata de alcanzar al espectador. Sus pinturas se pueden entender como una suerte de palimpsesto en el que capas, trazos, pinceladas y marcas se superponen unas a otras, y a veces son borradas y difuminadas por ella misma, que deja voluntariamente ese rastro de movimiento e interacción en el lienzo.
(Historia universal de todo y nada de Julie Mehretu en el Centro Botín de Santander. Hasta el 25 de febrero)