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Cuando no sepa qué decir, diga zaj

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zaj 60 la regenta
Esther Ferrer, Piano Satie (con paraguas), 1979-2019. Cortesía del Centro de Arte La Regenta

zaj fue una rareza, un caso singular dentro del panorama artístico español de principios de los sesenta. zaj fue una experiencia difícil de entender, y más aún de definir, y precisamente por eso, es un momento al que es necesario volver una y otra vez. zaj fue el nombre que Juan Hidalgo y Walter Marchetti le pusieron al grupo que fundaron, junto a Ramón Barce, en 1964, al que en el 66 se uniría José Luis Castillejo y en el 67 Esther Ferrer, y que cambiaría de forma determinante la historia del arte español de la segunda mitad del siglo XX. 

Aprovechando que se cumplen seis décadas desde su creación, el Centro de Arte La Regenta le dedica una exposición retrospectiva en la que están incluidas algunas de sus obras más representativas. Una muestra compuesta por piezas de carácter instalativo y multidisciplinar, principalmente fotografías, objetos y serigrafías, a partir de las cuales se propone una nueva aproximación a la actividad de un colectivo que se ha demostrado clave en la vanguardia artística y musical española.

Conceptualmente, zaj tiene su origen en 1958, en un encuentro entre los compositores Juan Hidalgo (Las Palmas de Gran Canaria, España, 1927 – Ayacata, España, 2018) y Walter Marchetti (Canosa di Puglia, Italia, 1931 – Milán, Italia, 2015), y el músico experimental estadounidense John Cage, en el contexto del IX Festival de Nueva Música de Darmstadt. Como colectivo se creó unos años después e irrumpió en el contexto madrileño con una frescura y unas ideas que resultaron bastante difíciles de entender por el público y la crítica. Desde el principio se concibió como un grupo abierto y por él pasaron numerosos artistas visuales, poetas y performers que, en mayor o menor medida, participaron en sus acciones, conciertos y publicaciones. Su primera manifestación fue el envío por correo postal de una invitación a participar en una acción que ya había sido realizada, una deriva al estilo situacionista en la que los miembros del grupo habían recorrido las calles de la ciudad transportando objetos de madera. Y dos días después hicieron su primera aparición pública en forma de concierto en el Colegio Mayor Menéndez Pelayo. El trabajo de zaj rompió la convencional división entre disciplinas artísticas al mezclar lo musical con lo teatral, lo aleatorio y la provocación, pero además, sus experimentos, ocupaciones del espacio público, rechazo de la sacralización del objeto artístico y continuas invitaciones a la participación de un público no iniciado, deslumbraron a una España todavía bajo el control estricto del franquismo y su aparato de vigilancia cultural.

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Walter Marchetti, Música de cámara nº 87, 1981. Cortesía del Centro de Arte La Regenta

La artista visual y performer Esther Ferrer (San Sebastián, España, 1937) se incorporó al grupo en 1967, y junto a Hidalgo y Marchetti configuraron el núcleo central de zaj. A través de obras de estos tres artistas, creadas tanto individual como colectivamente, la exposición Zaj, 60 años, recupera el trabajo de uno de los grupos de vanguardia más singulares del panorama artístico español, sesenta años después de su fundación.

¿por qué fue zaj una rareza?

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Vista de instalación de la exposición Zaj, 60 años. Cortesía del Centro de Arte La Regenta

En España, los sesenta fueron años marcados por la resistencia contra el régimen franquista. Fue además una década de intensa experimentación artística en la que la hibridación entre la incorporación de nuevos lenguajes expresivos al abanico de medios y el espíritu de rebeldía y lucha política, dio lugar a discursos inéditos. Las prácticas que entonces surgieron estuvieron profundamente posicionadas, no solo frente a la gestión política, social y cultural del Estado, sino con respecto a la forma de hacer y entender el arte. En contraposición al respaldado por el régimen, el considerado arte oficial, zaj propuso una nueva forma de concebirlo en relación con la vida.

Sus fundamentos se basaron en los principios neodadaístas y la filosofía zen, y estuvieron enormemente influidos por el pensamiento del citado Cage. Sus artistas se interesaron por la descontextualización, el absurdo y la crítica a la funcionalidad dentro del arte, utilizando su obra como lugar en el que poner el acento sobre la libertad que, consideraban, debía caracterizar cualquier práctica y espacio artístico. Experimentaron y desarrollaron un lenguaje cargado de humor e ironía y a través de él reflexionaron sobre muchos de los sinsentidos de la existencia humana. En ese sentido, zaj se aproximó a movimientos de vanguardia y manifestaciones artísticas internacionales como el arte conceptual, el mail art, la música de acción, la poesía visual, el neodadaísmo y fluxus. Con respecto a este último, aunque siguieron caminos independientes, ambos grupos inauguraron un tipo de práctica artística experimental caracterizada por rechazar el objeto artístico y poner el acento sobre lo múltiple y lo eventual.

La época de mayor y más intensa actividad de zaj fue la comprendida entre el 64 y el 73, años durante los cuales exploraron algunos de los temas que los convertirían en uno de los grupos más emblemáticos de la vanguardia artística española: los conciertos, la escritura y el arte postal.

Estudiar en profundidad la dimensión de zaj y su recepción crítica en el ecosistema artístico español a partir de los sesenta, sigue siendo un tema pendiente

Los conciertos ocuparon un lugar predominante en la actividad de zaj. En ellos, fragmentos de la vida cotidiana eran ofrecidos al público descontextualizados, siguiendo una partitura determinada. Se llamaron “conciertos” con el objetivo de conseguir burlar la censura franquista, pero lo que realmente fueron es un espectáculo visual y una teatralización de la vida, una ampliación de  la noción de concierto hacia el terreno de las acciones y las performances. Si hasta ese momento, la experiencia musical se circunscribía a lo meramente instrumental, a partir de los “etcéteras” de zaj –nombre otorgado por Hidalgo–, las fronteras entre qué era música y qué no (qué era o es arte y qué no), se diluyeron.

Otra de sus contribuciones más destacadas tuvo lugar en el ámbito de la escritura de vanguardia. Llevaron el lenguaje al terreno de lo visual y jugaron con las múltiples posibilidades de representación, desafiando la idea tradicional del objeto libro. Sus ejercicios transgredieron las leyes de la escritura: rompieron el espacio tipográfico, concedieron especial importancia a los espacios en blanco, subvirtieron la hegemonía del significado, e incorporaron el azar como metodología creativa. Así, las páginas de los libros de zaj dejaron de ser meros elementos transmisores de mensajes para convertirse en objetos estéticos.

Por otro lado, zaj inició en España el denominado “arte postal”. En sintonía con las prácticas que estaban desarrollándose a nivel internacional en las que el correo postal era utilizado como soporte y espacio de creación, pusieron sobre la mesa la posibilidad de un sistema alternativo de comunicación de la actividad artística. Distribuyeron poemas, felicitaciones, calendarios e invitaciones a conciertos y exposiciones. 

Fue precisamente el carácter entre medios, tan representativo de la actividad de zaj, uno de los principales causantes de perplejidad entre el público de la época y de la falta de interés por parte de la comunidad académica y artística hacia sus propuestas.

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Juan Hidalgo, Homenaje a John Cage, 1975. Cortesía del Centro de Arte La Regenta

¿volver a zaj una y otra vez?

Quizá porque permaneció al margen de los circuitos del arte tradicionales, especialmente durante sus primeros años, la actividad de zaj fue ignorada casi por completo por la crítica y los historiadores del arte españoles. La indiferencia con la que fue recibida contrastaba con el interés que suscitaba el grupo fuera de las fronteras españolas, en lugares como Francia, Italia o Estados Unidos. En España fue a través de la prensa y ciertos canales alternativos como sus acciones tuvieron difusión. Y no es que esto haya cambiado mucho a día de hoy. Aunque a lo largo de las últimas décadas se ha puesto en valor el trabajo de Ferrer, Hidalgo y Marchetti, con premios, reconocimientos y exposiciones individuales dedicadas a sus prácticas, estudiar en profundidad la dimensión de zaj y su recepción crítica en el ecosistema artístico español a partir de los sesenta, sigue siendo un tema pendiente. Por eso, iniciativas como la que en este 2025 presenta el Centro de Arte La Regenta, tienen un gran valor.

Haciendo un repaso por la historia de las exposiciones consagradas a zaj en España, vemos como no fue hasta la década de los noventa, con el creciente interés de museos y centros de arte en lo multimedia, cuando el trabajo del grupo comenzó a ser incluido en exposiciones. Si bien con la exposición que le dedicó el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 1996, bajo el pretexto de “documentar la historia del grupo, de sus acciones, de sus métodos de trabajo y de su relación con el público”, zaj empezó a ver reconocida su aportación al arte español, su consolidación como grupo fundamental de la vanguardia experimental sucedió más en el extranjero que dentro de nuestras fronteras, en gran medida por su relación con fluxus.

Con un sorprendente vacío entre medias, es casi treinta años después cuando otra institución toma el relevo y propone una muestra en la que a través de más de medio centenar de obras recupera la actividad de uno de los pocos ejemplos de trabajo colectivo y artífice de algunas de las manifestaciones más singulares e interesantes del arte contemporáneo español. Las piezas que configuran la exposición comisariada por Carlos Díaz-Bertrana, todas ellas provenientes de colecciones de Canarias –Gobierno de Canarias, TEA Tenerife Espacio de las Artes, CAAM Centro Atlántico de Arte Moderno, Colección C&N, Colección Antonio P. Martin–, cubren un arco temporal que va desde 1965 hasta principios de los 2000. En torno a la exposición se ha diseñado un programa de actividades públicas en el que se incluyen visitas diseñadas para estimular el potencial creativo de niñas y niños, talleres dinamizados y visitas comentadas y dialogadas para público adulto. Entre estas últimas, la del miércoles 26 de febrero correrá a cargo de Fernando Castro Flórez, colaborador habitual de exitmedia.

La actividad de zaj fue ignorada casi por completo por la crítica y los historiadores del arte españoles

Si bien zaj nunca ha dejado de existir, a partir de 1973, con el traslado de Marchetti e Hidalgo a Milán y Ferrer a París, su presencia en España se redujo, entre otras cosas porque su actividad empezó a estar más centrada en el desarrollo de sus carreras individuales. Alrededor de tres décadas después de la fundación del grupo, la exposición retrospectiva en el MNCARS, además de ser una especie de ejercicio final, fue el primer reconocimiento institucional que recibieron en España. Y ahora tres décadas después de esta, y seis desde que Hidalgo y Marchetti decidieron que, algo que no sabían muy bien qué era ni qué sería, pero que la palabra que había de nombrarlo debía ser zaj, es de nuevo una institución la que invierte sus esfuerzos en estudiar la actividad de zaj y en intentar contextualizar su aportación dentro del arte de vanguardia nacional e internacional.

Zaj, 60 años, Centro de Arte La Regenta. Hasta el 22 de marzo