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Cristóbal Hara, Premio Nacional de Fotografía

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Cristóbal Hara
Cristóbal Hara

En un primer plano, aparece una cabeza desenfocada que cubre casi por completo la imagen, que vela aquello que transcurre detrás, en un sendero pedregoso. Unas flores rojas ocultan a unos hombres con sombrero y gabardina en otra imagen. Se nos impide conocer su identidad, su rostro, y el motivo de su marcha. En otra fotografía, la protagonista nos da la espalda; fuma frente a un coche dado la vuelta en un descampado. Y en una última, un rostro inundado por un líquido rojo (¿sangre? ¿tomate?), se encuentra a punto de romper a llorar desconsoladamente, aunque no atinamos a saber si es de felicidad o de tristeza; el desenfoque nos lo impide. Frente al momento decisivo, sobre el que teorizaba Henri Cartier-Bresson, el fotógrafo Cristóbal Hara (Madrid, 1946) se ha dedicado a capturar el “momento irrelevante”: un instante que podría pasar por alto, una instantánea contingente, prescindible, anecdótica, pero narrativa, pero poética, pero fugitiva, como el signo que se resiste a su fijación, como la huella de una historia que se puede restituir (quizás).

El interés se escapa por los bordes en las fotografías de Cristóbal Hara, así también la historia

La imagen se encuentra siempre en medio de un festejo, una comilona, un paseo, una fiesta, justo antes de aquello, apenas después de lo otro. Este momento irrelevante, decía Ignacio González muy acertadamente, “es el momento en el que la foto se estropea porque el sujeto vuelve la cara o porque alguien le tapa o porque no se ve claramente lo que sucede o porque el posible interés de la imagen se escapa por los bordes”. En efecto, el interés se escapa por los bordes en las fotografías de Hara, así también la historia. Queremos acceder a ella, a lo que sucedió minutos antes y horas después, a lo que está pasando al otro lado (un poco más a la derecha o en sus márgenes). Sentimos la necesidad de girar la cámara, de mirar más allá o más acá.

Cristóbal Hara, Atienza 1993. © Cristóbal Hara © VEGAP
Cristóbal Hara, Atienza, 1993. © Cristóbal Hara © VEGAP

A sus 76 años y después de una vida dedicada a la fotografía, el fotógrafo madrileño Cristóbal Hara ha sido galardonado con el Premio Nacional de Fotografía 2022. El jurado, que el año pasado concedía esta distinción a la artista catalana Pilar Aymerich, ha reconocido en Hara, referente del documentalismo fotográfico, su “lenguaje singular”. La nota del Ministerio de Cultura, que concede el galardón, destaca “la influencia que su obra tiene en el imaginario fotográfico español, con una producción en la que resuena la pintura, la literatura y la cultura popular, donde se diluyen las fronteras que separan el documento de la ficción”.

Cristóbal Hara tiene, sin lugar a duda, uno de los trabajos más personales de la fotografía española contemporánea. “Muchos fotógrafos actuales se reivindican herederos de su trabajo”, ha añadido la nota del jurado del premio, dotado con 30.000 euros. Su enorme relevancia en el panorama nacional hacía imperativo que Hara fuera uno de los fotógrafos seleccionados del libro 100 fotógrafos españoles, publicado en 2006 por EXIT Publicaciones.

Su obra muestra una mirada única de España

Cristóbal Hara, Santa Marta de Ribarteme, 2000
Cristóbal Hara, Santa Marta de Ribarteme, 2000. © Cristóbal Hara © VEGAP

Su obra muestra una mirada única de España, dejando a un lado los estereotipos, cargando sus instantáneas de ironía y humor. Estas documentan la España mesetaria y agraz de finales del siglo XX, con una visión tierna e irónica. VanitasLances de Aldea o Contranatura son algunas de las series del fotógrafo, que han sido expuestas en museos como el Victoria & Albert Museum o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Ganador de Mejor Libro de Fotografía en PhotoEspaña (1999) y el Deutscher Fotobuchpreis en 2008, la obra de Hara se caracteriza por un uso del flash auténtico y una doble perspectiva, una exterior cosmopolita y una interior, retratando la cultura y costumbres de nuestro país bajo una mirada capaz de generar nuevas reflexiones en torno a estas. Quienes le han visto fotografiar cuentan que es una persona parca en palabras y destacan la cantidad de horas que ha dedicado en su trayectoria en los pueblos a los que ha acudido para observar sus celebraciones, tradiciones y festejos. Su esforzada tarea es la del observador que contempla la vida desde el margen (todo el rato), desde el borde, esperando a ver qué sucede, qué puede suceder.

Cristóbal Hara, Villar de Ciervos, 1999
Cristóbal Hara, Villar de Ciervos, 1999. © Cristóbal Hara © VEGAP

La obra de Cristóbal Hara trata de “documentar” una realidad profunda y resonante

Una escultura de cristo, unas flores, un ataúd, un caballo, una vid, un peluche, dos cuerpos sobre el césped, un trigal, un coche, una torre, un reloj, una mula, una virgen, un camión, una roca… Una historia para cada imagen, para cada retazo de lo que fue. La imaginería del artista se expresa como un imaginario popular: recuerdos fugaces, al mismo tiempo singulares del artista y, sin embargo, comunes a muchos de nosotros. Así, las fotografías de Hara nos recuerdan algo que conocemos pero que no hemos vivido, o no exactamente; no estuvimos allí. Un sentimiento de pertenencia (muchas veces problemático) nos invade, nos acoge, nos abraza, nos atraviesa de cabeza a pies. Al tratar de rememorar aquello que nos interpela, que nos induce a mirar atrás, fracasamos inevitablemente en el intento.

De esta forma, la obra de Hara trata de “documentar” una realidad profunda y resonante. Sus fotografías nos hablan de forma inmediata, directa, sencilla, llana. Entre la nostalgia, que nos impulsa a recordar aquello que nunca fue para nosotros pero que sentimos como nuestro, y la irrelevancia, que en cambio nos intriga de forma punzante por su imperfección, de la que sospechamos su potencialidad poética, las fotografías de Hara expresan su vibrante memoria popular. Instantáneas de un instante poco memorable, pero cargadas de memoria viva, de la vida de la gente, la de nuestros padres y abuelos, la de nuestro pueblos, las imágenes de Hara parecieran tan suyas como nuestras.

Desde EXIT queremos felicitar a Cristóbal Hara por este merecido galardón. Enhorabuena por toda una vida creación, de contemplación, de narración y documentación, por haber conseguido hacer de las imágenes un signo afectivo con el que enlazar a la gente, a nuestro pasado y a nuestra historia, a nuestras historias.