Varios mundos confluyen en la celebración del V centenario de la muerte de El Bosco en El Museo del Prado. A las 8 obras del museo (El jardín de las delicias, la Adoración de los magos y el Carro de heno) se suman El camino del calvario de El Escorial conviven con préstamos procedentes de Lisboa, Londres, Berlín, Viena, Venecia, Rotterdam, París, Nueva York, Filadelfia o Washington. De los 25 trabajos que se le atribuyen en total, las 21 tablas dispuestas en seis secciones guían al espectador por el este espectáculo pictórico por numerosos planos, espacios y tiempos del ser humano de entonces y de hoy. “El diablo hocicudo, ojipelambrudo, cornicapricudo, pernicolimbrudo y rabudo, zorrea, pajarea, mosquicojonea, humea, ventea, peditrompetea por un embudo”, en palabras de Rafael Alberti.
“Pero no es un hombre esotérico, ni un alquimista, como algunos sostienen. Era un artista con mensaje, creyente…”
De Jheronimus Bosch (Bois-le-Duc, 1450-1516) se conoce muy poco: que comenzó trabajando en el taller familiar con su padre, tíos y primos en su ciudad natal y que presenció gran incendio que pudo haber influenciado en su particular representación de la vida y de los mundos posibles. Tal vez fueron estos orígenes místicos prerreformistas o tal vez las lecturas como La divina comedia de Dante Alighieri los que inspiraron los demonios y pecadores de las escenas apocalípticas o las zoologías inventadas de las escenas más honíricas. “Pero no es un hombre esotérico, ni un alquimista, como algunos sostienen. Era un artista con mensaje, creyente, miembro destacado de la Hermandad de Nuestra Señora, donde se conectó con la élite de su tiempo”, según cuenta la comisaria Pilar Silva, jefa del Departamento de Pintura española (1100-1500).
Resulta inevitable ver al Bosco como un visionario que ha influido en sucesivos creadores
Nos encontramos ante una oportunidad única de conocer y contrastar la obras de este pintor enigmático que ya en 1500 vislumbró el inconsciente en su iconografía fantástica y libertina que contrasta con la profunda moralidad. Independientemente de la disputada autoría que el El Bosch Research Project de Holanda niega a Las tentaciones de San Antonio, La mesa de los pecados capitales y El carro de heno, esta exposición ofrece un recorrido único para que los espectadores por sí mismos establezcan múltiples lazos entre estas pinturas atípica a la vez que profundamente religiosas del s. XVI y su propia cultura visual. Resulta inevitable ver al Bosco como un visionario que ha influido en sucesivos creadores desde el arte contemporáneo al diseño de vestuario más rompedor, sin olvidarnos del cine de ciencia ficción.
(El Bosco. La exposición del V centenario, Museo del Prado, Del 31 mayo al 11 de septiembre 2016)