Hace ahora cuarenta años, A Ua Crag empezó su historia. Con un nombre difícilmente pronunciable —derivado de la expresión “agua crujiente” por lo fluido, lo rupturista y lo sonoro—, un grupo de artistas fundó en 1985, en la pequeña localidad burgalesa de Aranda de Duero, un colectivo autogestionado basado en la producción, el intercambio y el debate. Se trataba de una experiencia pionera, no sólo en Castilla y León, sino en el conjunto del territorio nacional. Artistas defendiendo la posibilidad de vivir de su proyecto creativo desde la periferia territorial, generando dinámicas de grupo, formando una red artística internacional, insertándose en un sistema profundamente mercantilizado sin por ello renunciar a sus principios. Es decir, experimentando, resistiendo y reivindicando un lugar propio dentro del circuito del arte. Cuarenta años después del inicio de esta aventura, el Centro de Arte Caja de Burgos CAB recupera su historia pero lo hace, no desde la nostalgia, sino para hablar del presente, del “aquí y ahora” de los artistas que le dieron vida y lo convirtieron en algo insólito en el mapa del arte español de la época.
Durante los casi once años que permaneció en activo, por A Ua Crag pasaron más de una decena de artistas procedentes de contextos muy diversos, cuyas trayectorias posteriores se desarrollaron en direcciones dispares. Entre ellos: Javier Ayarza, Rufo Criado, Rafael Lamata, Alejandro Martínez Parra, Jesús Max, Pepe Ortega, Néstor Sanmiguel y Julián Valle, —los ocho presentes en la exposición del CAB, con obras inéditas específicamente creadas para la ocasión—, además de Miquel Cid, Clemente Rodero y Ramón Valladolid. Todos, sin excepción, defendieron su derecho a trabajar desde su lugar de residencia y a desarrollar su carrera sin necesidad de trasladarse a Madrid o Barcelona, baluartes en aquella época del circuito artístico. Y aunque algunos como Lamata, Ayarza y Rodero no llegaron a residir en Aranda, existía un contacto continuado con el grupo y se reunían con cierta asiduidad.
Como colectivo no se adscribieron a ninguna corriente o estilo concretos, sino que operaron como una suma de individualidades con enfoques creativos muy heterogéneos. Juntos, sus componentes formaron una red basada en la convivencia y el diálogo entre múltiples perspectivas, y desarrollaron un proyecto con líneas de acción muy bien definidas. Por un lado, con el objetivo de garantizar su subsistencia, crearon un espacio comercial, el Espacio A Ua Crag, desde el que comercializaron sus trabajos. Y por otro, pusieron en marcha una línea de edición y publicación de catálogos a través de los que documentaban su actividad a título propio y colectivo. Además de esto, llevaron a cabo una gran labor didáctica: inauguraron un centro bibliográfico y documental —en línea con este espíritu, en la muestra del CAB se incluye un espacio documental y de archivo en el que pueden consultarse todos estos materiales relacionados con trayectoria de la agrupación—, y organizaron debates, jornadas pedagógicas, talleres y cursos monográficos a través de los que divulgaron su proyecto.
La propuesta territorial de A Ua Crag se basaba en la convicción de que, en los inicios de la era mediática, con el perfeccionamiento de las tecnologías comunicacionales, era posible trabajar desde lugares alejados de los centros neurálgicos de producción artística. Su ubicación no era un obstáculo, sino una decisión consciente dentro de su planteamiento artístico y un punto de partida para el cuestionamiento de la dialéctica centro-periferia tal y como había sido articulada hasta entonces. Pese a tratarse de una pequeña ciudad castellana sin infraestructuras culturales relevantes ni claros antecedentes de una actividad como la suya, mostraron una firme vinculación con su contexto territorial, social y temporal. Aunque la descentralización de la actividad cultural es hoy una realidad, y cada vez afloran más propuestas en ciudades que no son ni Madrid ni Barcelona, incluso en barrios periféricos a estas o zonas rurales, de difícil acceso y alejadas de núcleos urbanos, sigue resultando sorprendente que una localidad como Aranda de Duero consiguiera reunir a tantos artistas comprometidos con los lenguajes más actuales. No ya en los ochenta, sino hoy.
De la misma manera, reflexionaron sobre las relaciones entre lo nacional y lo internacional. En el contexto del arte español de los años 80, marcado por la tensión entre las tradiciones artísticas nacionales y la apertura a corrientes internacionales, el grupo potenció su presencia en el extranjero a través de una intensa actividad de intercambio con colectivos artísticos de otros países europeos y Canadá. De forma autogestionada, como el resto de su actividad, propusieron convivencias, estancias laborales y exposiciones en las que se establecía un diálogo entre las posiciones de los españoles y las de los europeos.
“La creencia desde el primer día de que un proyecto artístico, si cuenta con talento, constancia y niveles de autoexigencia, puede llegar lejos”
A nivel interno, uno de los objetivos principales de A Ua Crag fue el impulso, la promoción y la difusión de los proyectos personales de cada uno de los componentes del grupo. Querían lograr crear una estructura que les diera visibilidad social y que hiciera posible la elaboración de obras y proyectos de difícil exhibición en el circuito habitual, mostrando un panorama lo más completo posible de los medios, técnicas y lenguajes empleados. Si bien en sus momentos iniciales, se aprecia cierta unidad en los discursos plásticos del grupo, —con prácticas vinculadas a poéticas de la época como el neoexpresionismo, la apropiación objetual y la instalación—, con la llegada de nuevos miembros y la evolución individual de cada integrante, el grupo se fue consolidando como una entidad heterodoxa, alejada de una única norma o estilo establecido. La singularidad y disparidad de criterios estéticos fue algo muy característico del grupo arandino, y, con el tiempo, especialmente tras su disolución en el 96, la diversificación de las trayectorias de sus integrantes fue evidenciándose cada vez más.
Mientras algunos se desvincularon paulatinamente del sector artístico, la mayor parte de quienes formaron parte de A Ua Crag siguen activos en la actualidad. De ahí que Javier del Campo, director de arte del CAB de Burgos les planteara la exposición Aquí, ahora, una muestra en la que se pone de relieve, a través de obras creadas para la ocasión, la importancia de esta arriesgada experiencia en las carreras de algunos de los artistas más relevantes del arte en nuestro país.
Artistas como Néstor Sanmiguel Diest (Zaragoza, 1949), cuya obra se ha consolidado dentro del panorama español y es hoy una figura esencial de la pintura, tal y como prueba el proyecto expositivo La peripecia del autómata que tuvo lugar simultáneamente en la sede del Palacio de Velázquez del Museo Reina Sofía y en el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco-Artium Museoa, en Vitoria-Gasteiz, en 2022. Como Rufo Criado (Aranda de Duero, 1952), uno de los principales representantes de la abstracción geométrica internacional en su vertiente no reduccionista, fundador del CAB en 2003 y director del mismo hasta finales de 2006. Con una práctica que, aunque centrada eminentemente en la pintura, incluye herramientas como la digitalización informática o el uso de las proyecciones de luz, e incorpora en sus procesos y formalizaciones otras técnicas y formatos como el vídeo, la fotografía o la impresión digital. Como Rafael Lamata (Valencia, 1959), fundador junto a Jaime Vallaure del dúo Los Torreznos, interesado por entender el proceso creativo como diálogo a través de performances, piezas de audio y vídeo, instalaciones, textos y talleres. O como Alejandro Martínez Parra (Aranda de Duero, 1959), artista interdisciplinar que a lo largo de su carrera ha trabajado con múltiples medios, desarrollando proyectos de investigación sonora y composición, en los que la fotografía, el lenguaje y la educación son objeto de reflexión poética. Cabe destacar el hecho de que en el interior de A Ua Crag se formaron otros grupos de trabajo como El Segundo Partido de la Montaña (1987-88), La Constructora – 12 (1988) o Red District 1990-1992, integrados por varios de sus miembros.
Tal y como apunta Criado: “Para todos los que formamos parte de ‘A Ua Crag. Colectivo de Acción Artística y Espacio Alternativo’ (que así es como nos denominamos desde el principio), la experiencia fue intensa y enriquecedora. Maduramos como artistas desde la confrontación visual y dialéctica. Hubo momentos difíciles, cómo no, pero conseguimos llegar desde una población como Aranda de Duero a desarrollar intercambios internacionales, a participar en tres ediciones de ARCO (1988-1990) y a ser invitados a la realización de proyectos de cierta envergadura. Es indudable que el factor humano, a pesar de las dificultades, ha sido un aglutinante básico. Y la creencia desde el primer día de que un proyecto artístico, si cuenta con talento, constancia y niveles de autoexigencia, puede llegar lejos”.
Durante los años que estuvo activo, A Ua Crag realizó una intensa labor expositiva. Su participación en tres ediciones de la, por aquel entonces incipiente, feria ARCO les brindó reconocimiento en la escena nacional. De ahí pasaron a una etapa de mayor proyección internacional, exponiendo en centros como la Rheinlandhalle de Colonia, A(rt) Ssenede en Assenede, el Centrum Beelde Kunst de Rotterdam, la Chapelle Saint Louis de la Salpetrière de París y el Musée Bonat de Bayonne. Desde su disolución en el 96 hasta ahora, dos exposiciones se han hecho eco de su actividad. En 2005, bajo el comisariado de su directora en aquel momento, Teresa Velázquez —actual jefa de exposiciones del MNCARS—, el Museo Patio Herreriano (Valladolid) le dedicó la retrospectiva A Ua Crag. Agua crujiente. En 2011, el MUSAC, bajo la dirección en ese momento de Agustín Pérez Rubio, recibió en donación el amplísimo fondo de documentación generado durante los 10 años de actividad del grupo: publicaciones, carteles, miles de fotos y diapositivas, vídeos, cintas cassette que grabábamos de los debates en torno a los proyectos a realizar, etc. Con este material, y como continuación de la muestra en Patio Herreriano, en 2014 Manuel Olveira planteó la exposición Fondo A UA CRAG al muro, en la que mostraba “una” historia del grupo a través de esta documentación.
La primera de ellas, celebrada con motivo de los veinte años del nacimiento del grupo, fue además el origen de la extensa y completa monografía A UA CRAG, publicada en 2008, en la que a modo de proyecto editorial está recogida una investigación que reúne todas las voces participantes en la historia de la agrupación. Resulta cuanto menos llamativo que las dos —ahora tres— grandes exposiciones dedicadas a A Ua Crag hayan tenido lugar exclusivamente en Castilla y León, como si el propio territorio les hubiera impuesto una suerte de anclaje. A este respecto, Criado alude a “cierta sensación agridulce al constatar que pequeños grupos de los años 80 del siglo pasado, radicados en Madrid, formen parte de la Colección del Museo Reina Sofía y que A Ua Crag, con todo lo que hizo y significó, parece que se quede en el olvido”. Y lo cierto es que, pese a la intensidad de su acción en los años en los que estuvo en activo, aún hoy, sigue siendo un grupo relativamente desconocido: muchos identificamos a algunos de sus miembros por su trayectoria individual, pero rara vez reparamos en el hecho de que formaron parte de esta constelación creativa.
De ahí que volver a A Ua Crag, repensando su propuesta y su modelo de trabajo desde el aquí —por primera vez se muestra su obra en Burgos— y el ahora, tal como se propone desde el CAB, atendiendo a cómo han evolucionado quienes participaron de su actividad, sea, no sólo un ejercicio de memoria, sino de reconocimiento. Por haber construido un proyecto común, autogestionado, a partir de la suma de individualidades. Por haberlo hecho funcionar desde la periferia, en un momento en el que todavía no existían centros como el CAB de Burgos, el DA2 de Salamanca, Patio Herreriano en Valladolid o el MUSAC de León. En definitiva, por haber apostado por un modelo alternativo de producción de obra y pensamiento descentralizado. Una reivindicación desde el aquí y el ahora de lo que estos artistas fueron capaces de hacer.
(Aquí, ahora, Centro de Arte Caja de Burgos CAB. Hasta el 1 de junio de 2025)